Emprendí mi viaje misionero el 29 de diciembre del año pasado.
Cuando llegue a su capital, Maputo, me encontré con un grupo de 20 jóvenes doctores, enfermeros, estudiantes y misioneros; ellos iban por 30 días, de los cuales compartí 15 días brindando atención médica y espiritual a cientos de personas adultas y niños, dando el AMOR que fue nuestro principal motor para toda las actividades.
Luego partí rumbo a la ciudad de Pemba donde me estaba esperando Marcela, una misionera cordobesa que lleva ocho años de servicio en África y que según su testimonio ella quiere morir de vieja en ese continente.
Llegar a su casa es toda una aventura, hay que pasar por pasillos, zanjones vacíos (cuando no llueve). A su paso todo el barrio la conoce y sale a saludarla. Allí, ella comparte su actividad con otra misionera, Selma, de Brasil, quien trabaja con la Educación de los niños y tiene una escuela en la casa; donde se brinda apoyo escolar, clases de guitarra, inglés, portugués y fútbol.
En aquel lugar estuve colaborando con los niños y adolescentes, entrenándolos también en la práctica del fútbol y charlas de valores y principios; visitamos varias iglesias en aldeas cercanas y otras no tanto, viajando en diferentes medios (a pie, camión o barcos).
Conocer su realidad de vida me llevo mucho a la reflexión; porque al decir África uno inmediatamente piensa o lo asocia con hambre, desnutrición, tristeza, pobreza; que si bien existen, jamás escuche a un mozambicano quejarse; sino al contrario me encontré con un pueblo guerrero, alegre, feliz, que cada día lucha por tener un plato de comida en su casa, que cuando escucha una música se olvida de todo y empieza a danzar…
“SON FELICES CON TAN POCO”, disfrutan el día a día y no hechan culpas a los demás.
Ya pienso en regresar el año próximo, si Dios así lo permite.
¿Quién soy? ¿Por qué hago esto y desde hace cuánto tiempo?
Soy Oscar Alberto Obregón, un misionero oriundo de San Justo, mi familia vive en el Barrio Barracas, tengo 36 años. Hago esto porque tuve un encuentro personal con Jesús en el peor momento de mi vida y él me brindo una nueva oportunidad, pude superar aquello que tanto mal me hizo (adicciones, como drogas y alcohol, violencia).
También le doy gracias a una persona que hoy ya se nos adelanto en el camino al cielo; Alfonso Segovia (más conocido como Coco) y a sus familiares que me han brindado todo su apoyo, a la Iglesia Filadelfia. Gracias a cada persona que me apoya en este proyecto misionero, que son muchos.
Hacen ya más de 7 años, que hago lo mismo, tratar de ayudar a otras personas, aconsejarlas, guiarlas por el buen camino, acá en San Justo y en otras naciones, y formar personas que continúen con este mandamiento de “amar al prójimo como a ti mismo”.
Si necesitas ayuda espiritual, tenés un hijo con problemas de adicciones, estamos aquí para ayudarte, comunícate a mi Facebook: Oscar Alberto Obregón.
DIOS LOS BENDIGA!!!